En la física, las influencias que los cuerpos tienen unos sobre otros pueden tener diversas naturalezas. Estas influencias se denominan "campos".

   Así, decimos que alrededor de un cuerpo se manifiesta un campo cuando este cuerpo, de alguna forma, puede ejercer una influencia sobre otro vaso que sea inmerso en ese campo.

   Nosotros que trabajamos con electricidad están familiarizados con el campo eléctrico que se manifiesta en torno a una carga cargada y que puede ejercer una fuerza de atracción o repulsión sobre otra carga que esté en él. (figura 1)


 

 

 

 

   Representamos este campo por líneas de fuerza.

   También tratamos de campos magnéticos, como los producidos por los imanes que hacen que se manifiesten fuerzas de atracción o repulsión sobre cuerpos que en ellos sean inmersos. (figura 2)

 

 

Figura 2 - Campo magnético de un imán permanente
Figura 2 - Campo magnético de un imán permanente

 

   Sin embargo, todavía existe otro campo, que no es de naturaleza eléctrica y que está presente en nuestro mundo.

   La tierra, con su gran masa, crea a su alrededor un campo que actúa sobre objetos que también tienen masa ejerciendo una fuerza de atracción. Se trata del campo gravitacional, o de la gravedad.

   Conforme podemos ver por la figura 3, se representa de la misma manera que un campo eléctrico de una carga esférica, con la diferencia de que sólo ejerce atracción.

   Cualquier objeto material colocado en este campo es atraído por la tierra.


 

 

 

 

    Einstein, en su teoría de la relatividad propuso que este campo se manifestaría exactamente como los campos producidos por las cargas eléctricas.

    Cuando movemos una carga, produce una perturbación creando una onda que se propaga por el espacio a la velocidad de la luz.

   En realidad, la luz misma se crea de esta manera. Una perturbación del campo eléctrico y magnético que se propaga por el espacio.

   Según Einstein, el movimiento de una masa, o la aniquilación de una masa cuando ocurre cuando una estrella explota como supernova o cuando dos agujeros negros se tragan, produciría una perturbación gravitacional que se propagaría por el espacio a la velocidad de la luz.

   Esto quiere decir que si una masa gigantesca es aniquilada en un determinado punto del universo, su influencia gravitacional sobre un cuerpo distante no llegaría hasta él instantáneamente, pero algún tiempo después cuando es alcanzado por la perturbación generada, o sea, por la onda gravitacional.

   Einstein creía que esas ondas nunca podrían ser detectadas, pues serían extremadamente débiles.

   Incluso un par de agujeros negros con dimensiones de miles de tierras, al aniquilarse, produjeron una perturbación gravitacional que desplaza los cuerpos aquí en la tierra de distancia del orden de fracción de la anchura de un átomo.

   Lo que ocurre es que estas ondas afectan lo que se denomina continuum espacio-tiempo que es el medio en que estamos inmersos en nuestro universo.

   Así, es como si el tejido de que se hace el universo fuese flexible pudiendo sufrir contracciones y distensiones causadas por ondas gravitacionales.

   Si una onda gravitacional alcanza un objeto se contrae y se distingue en una fracción extremadamente pequeña, cambiando sus dimensiones.

   La idea de detectar esas ondas viene justamente de ese hecho, viniendo desde 1957 cuando fue propuesta por físicos importantes de la época.

     Sin embargo, los desplazamientos o cambios de forma que ocurren en un cuerpo por el paso de una eventual ola son tan pequeños, que desde aquella época no se logró hacer su detección.

 

   Los gravitones

   De la misma forma que podemos asociar las ondas electromagnéticas a unidades, los fotones, para el caso de la luz, podemos asociar la gravedad a las partículas, denominadas gravitones.

   Y, de hecho, esas partículas fueron detectadas por primera vez en 2015 y ahora ya existen diversos laboratorios investigando su naturaleza y el propio universo por la captación de los gravitones que llegan hasta nosotros.

   

 

Ondas gravitacionales (ALM2332S )

    En la física, las influencias que los cuerpos tienen unos sobre otros pueden tener diversas naturalezas. Estas influencias se denominan "campos".

   Así, decimos que alrededor de un cuerpo se manifiesta un campo cuando este cuerpo, de alguna forma, puede ejercer una influencia sobre otro vaso que sea inmerso en ese campo.

   Nosotros que trabajamos con electricidad están familiarizados con el campo eléctrico que se manifiesta en torno a una carga cargada y que puede ejercer una fuerza de atracción o repulsión sobre otra carga que esté en él. (figura 1)


 

 

 

 

   Representamos este campo por líneas de fuerza.

   También tratamos de campos magnéticos, como los producidos por los imanes que hacen que se manifiesten fuerzas de atracción o repulsión sobre cuerpos que en ellos sean inmersos. (figura 2)

 

 

Figura 2 - Campo magnético de un imán permanente
Figura 2 - Campo magnético de un imán permanente

 

   Sin embargo, todavía existe otro campo, que no es de naturaleza eléctrica y que está presente en nuestro mundo.

   La tierra, con su gran masa, crea a su alrededor un campo que actúa sobre objetos que también tienen masa ejerciendo una fuerza de atracción. Se trata del campo gravitacional, o de la gravedad.

   Conforme podemos ver por la figura 3, se representa de la misma manera que un campo eléctrico de una carga esférica, con la diferencia de que sólo ejerce atracción.

   Cualquier objeto material colocado en este campo es atraído por la tierra.


 

 

 

 

    Einstein, en su teoría de la relatividad propuso que este campo se manifestaría exactamente como los campos producidos por las cargas eléctricas.

    Cuando movemos una carga, produce una perturbación creando una onda que se propaga por el espacio a la velocidad de la luz.

   En realidad, la luz misma se crea de esta manera. Una perturbación del campo eléctrico y magnético que se propaga por el espacio.

   Según Einstein, el movimiento de una masa, o la aniquilación de una masa cuando ocurre cuando una estrella explota como supernova o cuando dos agujeros negros se tragan, produciría una perturbación gravitacional que se propagaría por el espacio a la velocidad de la luz.

   Esto quiere decir que si una masa gigantesca es aniquilada en un determinado punto del universo, su influencia gravitacional sobre un cuerpo distante no llegaría hasta él instantáneamente, pero algún tiempo después cuando es alcanzado por la perturbación generada, o sea, por la onda gravitacional.

   Einstein creía que esas ondas nunca podrían ser detectadas, pues serían extremadamente débiles.

   Incluso un par de agujeros negros con dimensiones de miles de tierras, al aniquilarse, produjeron una perturbación gravitacional que desplaza los cuerpos aquí en la tierra de distancia del orden de fracción de la anchura de un átomo.

   Lo que ocurre es que estas ondas afectan lo que se denomina continuum espacio-tiempo que es el medio en que estamos inmersos en nuestro universo.

   Así, es como si el tejido de que se hace el universo fuese flexible pudiendo sufrir contracciones y distensiones causadas por ondas gravitacionales.

   Si una onda gravitacional alcanza un objeto se contrae y se distingue en una fracción extremadamente pequeña, cambiando sus dimensiones.

   La idea de detectar esas ondas viene justamente de ese hecho, viniendo desde 1957 cuando fue propuesta por físicos importantes de la época.

     Sin embargo, los desplazamientos o cambios de forma que ocurren en un cuerpo por el paso de una eventual ola son tan pequeños, que desde aquella época no se logró hacer su detección.

 

   Los gravitones

   De la misma forma que podemos asociar las ondas electromagnéticas a unidades, los fotones, para el caso de la luz, podemos asociar la gravedad a las partículas, denominadas gravitones.

   Y, de hecho, esas partículas fueron detectadas por primera vez en 2015 y ahora ya existen diversos laboratorios investigando su naturaleza y el propio universo por la captación de los gravitones que llegan hasta nosotros.

   

 

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