Cada vez más la tecnología se integra al hombre, con una interacción que se vuelve tan grande que pone en riesgo nuestra individualidad. El transhumanismo, un movimiento internacional e intelectual que busca justamente utilizar la tecnología para transformar la condición humana y mejorar tanto las capacidades físicas como intelectuales del individuo avanza rápidamente en el sentido de convertirse en una realidad.

   En diversos artículos nuestros hemos tratado de descubrimientos y desarrollo tecnológicos que aplicados al hombre mejoran su calidad de vida, principalmente en los casos en que presenta algún tipo de enfermedad o limitación.

   Son los implantes biónicos o de circuitos con las más diversas finalidades. Ya tratamos de chips que liberan automáticamente medicamentos cuando se detecta su necesidad. Ya tratamos de robots que monitorean nuestra presión, glucemia y colesterol enviando informes directamente a nuestro médico vía conexión por el celular cuando algo anormal es detectado.

   Las prótesis biónicas o giroscópicas que ayudan a mantener el equilibrio o caminar para quienes tienen problemas, chips implantables pueden actuar sobre terminaciones nerviosas aliviando síntomas la enfermedad de Parkinson o incluso inhibiendo la evolución del Alzheimer y mucho más.

   La idea del transhumanismo es justamente la de hacer los seres parcialmente naturales y parcialmente tecnológicos con partes del cuerpo, órganos y mucho más usando lo que el hombre puede hacer para mejorar su condición de vida e incluso su longevidad.

    Un transhumano tendría una vida extremadamente larga y con calidad, gracias a los recursos que se puede implantar en su cuerpo. Todo esto puede ser un hermoso ejercicio de futurología, pero no es así que piensan muchos investigadores como Max More que dio inicio al movimiento transhumanista. En realidad, la historia nos muestra que las ideas básicas de esta filosofía son muy antiguas, volviendo en el tiempo (1923) tenemos los trabajos del genicista J.B.S Haldane e incluso en la búsqueda de la inmortalidad de la epopeya de Gilgamesh.

   ¿Qué creemos de todo esto? No podemos impedir los desarrollos tecnológicos y la secuencia de descubrimientos nos muestran que cada vez más penetramos en nuestro cuerpo y en nuestra mente con los más diversos equipos y dispositivos electrónicos. La evolución de la nanotecnología y recientes descubrimientos de que nuestro cerebro podría estar realizando computación cuántica (2018) pueden significar cambios radicales en el abordaje de este tema.

   Lo que nos asusta es el uso indiscriminado de esos descubrimientos que en algún momento pueden ser más dañinos que útiles. Todo depende de la humanidad que, si no toma cuidado puede terminar, pasando a una Transhumanidad, se sabe con qué tipo de comportamiento e intenciones.

 

 

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